lunes, 5 de febrero de 2007

SABINO ARANA & HITLER


Dijo Freud a Gustav Jung en la misiva con la que pondría fin a sus famosas correspondencias que "aquel que dice de él que es normal mientras muestra un comportamiento anómalo, despierta la sospecha de que carece de conciencia de enfermedad". ¡Bang!. A eso se le llama meter el dedo en la llaga y hasta la tercera falange.

Del mismo modo, decía, por ejemplo, Sabino Arana: "la fisonomía del vizcaíno es inteligente y noble; la del español, inexpresiva y adusta. El vizcaíno es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar, o si es apuesto, es tipo femenil. El vizcaíno es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos". Y un descomunal etcétera, etcétera que por tamaño, peso, envergadura, pestes y peligros bacteriológicos no conviene ni siquiera columbrar, pues no están las cosas para tirar puentes.

Si buscamos el nudo ciego entre las cuerdas de Freud y el adocenado padre del nacionalismo-patológico vasco, vemos que –efectivamente– el asunto se trata de algo mucho más complejo y delicado, que escapa a las manos de la justicia –si es que aún queda de eso en España– y que más bien debería ser escudriñado bajo el prisma de la psiquiatría. Sabiendo así del procreador de tan enfermizas ideas, podemos saber, por extensión, de qué renquea toda la turba pro-etarra, abertzale, católico-terrorista y demás subespecies separatistas de la misma laya que, en su inmascerible delirio, aguardan a dormir su particular sueño de los justos.

En estos momentos me pasa por las mientes el celebérrimo tribunal de los tumultos, también conocido como tribunal de la sangre. ¿Por qué será? Y eso que le tengo poca ley al Santo Oficio… En fin, en boca cerrada no entran moscas. A lo que íbamos

Lo verdaderamente grave llega cuando el deliro de grandeza se institucionaliza y gana neófitos en tropel. Llegados a ese punto, conviene rascarse la cabeza, llamar a la serenidad, imitar a los individuos razonables y trazar un plan de emergencia. Pero cuando en lugar de buscar soluciones, se le da cuerda…la hecatombe está asegurada y el negocio sale redondo. A la vista está cuando Arzalluz alaba y defiende con su característica virulencia la figura del finado nazi Sabino Arana, elevándolo una y otra vez a la categoría de mártir; así como cuando el lehendakari Ibarretxe –henchido de placer– corre el velo de las plaquitas conmemorativas al nacionalismo vasco en un conato de Führer. De hecho, conviene subrayar el paralelismo tan exacerbado que podemos encontrar entre los escritos de Arana y el prolijo Mein Kampf de Hitler. El eje radial, el intríngulis, la médula neurálgica de un nacionalismo y otro es la demencia proselitista. Por ello, cuando nos encontramos con una generación de desharrapados mentales imbuidos por unos ideales tan baladíes, lo único que nos cabe esperar es un magnicidio a la democracia, la convivencia y el normal desarrollo de la vida social.

Todo lo que sea concederles espacio de maniobra a los separatistas no es más que un suicido –recordemos que el suicidio, por el mero hecho de serlo, es vo-lun-ta-rio–
Por tanto, ya pueden pedir, llorar como críos, retorcerse de dolor, implorar, hacer huelga de hambre que, señores, "al César, lo que es del César" .

No obstante, estos indómitos terroristas en agraz seguirán cantando en su propia jaula. Pero ya se sabe, las razones han contado siempre menos que las tradiciones.

Las flamígeras llamas del Hades seguirán reclamando sus cabezas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen artículo, y buen blog. Veo que hace poco que lo tienes. Animo, hay que perseverar.

Germont

pilar dijo...

Coincido con Germont, interesantisimo el articulo.
Un besazo