viernes, 26 de enero de 2007

LA MAFIA LENINISTA CONTRAATACA


Vivimos en el mundo del revés. Las constantes fluctuaciones de ICV and company hacen del panorama político algo más parecido a una pintura de El Bosco o un film de Woody Allen que a una verdadera democracia.

Así, siguiendo con este juego, podemos argüir que el okupa, ese exegeta de las líneas de la convivencia y la moralidad, queda a millas náuticas de ser un holgachón –en las buenas- y un delincuente –en las menos buenas-; el okupa, por añadidura, es sometido a un escarnio público fruto de las tarambanas de la ignorancia popular y que, sin lugar a dudas, debe ser enmendado cuanto antes para así hacer justicia al Estado de Derecho; el okupa -Inma Mayol dixit- debe ser regulado por la vía civil, para que así sean justificados legítimamente sus destrozos a la propiedad privada ajena, -ese derecho que recoge la Constitución Española- y no sea un mero movimiento subversivo. Por todo esto y más, podemos concluir y afirmar ecuménicamente que la casa okupa no es más que un cenáculo de artistas que actúan conforme a las de la Ley, lejos de esa imagen caótica que tenemos. Punto. Y pasamos página, sin más.

Pues bien, este es el hedor a URSS que desprende Cataluña en estos momentos. Tantos y tantos triunfos conseguidos por la vía democrática y de acuerdo al Estado de Derecho a lo largo de la historia, se desmoronan –como lo hacen los tabiques de esas céntricas viviendas una vez que caen en manos okupas- al socaire del paternalismo soviético que ejerce la dictadura Zapateril. Así, nos encontramos con una inversión en los roles del Estado, que en lugar de salvaguardar los derechos del ciudadano, entre los cuales se encuentra el derecho a la propiedad privada, los atropella mediante la vía de la fuerza silenciosa, llegando –por ejemplo- a la requisa de pisos desocupados cuyos propietarios compraron con años de trabajo y sacrificio humano, para rendirlos a los pies del salvajismo okupa como si se tratase de una ofrenda floral por su lealtad al movimiento radical. No es más que un mecanismo de gratitud y compensación por los esfuerzos parejos que Gobierno y radicales realizan día a día.

Podemos utilizar como ejemplo el caso de la tercera teniente de alcalde del ayuntamiento de Barcelona que, en avenencia con su superior Joan Saura, se declara religiosamente antisistema y pro-okupa. Antisistema con coche oficial, dietas, y un emolumento anual de algo más de cien mil eurillos de nada. Así, ¿quién no se apunta a la moda de declararse antisistema?. Sí, sí, en la línea de todos y cada uno de los titiriteros sensacionalistas que cada domingo nos hacen llorar con sus moralinas en La2, con la serie Otro mundo es posible, y que al igual que Mayol, critican ferozmente al capitalismo, declarándose -además de antisistemas- aguerridos defensores del movimiento okupa. El mismo muladar, distinto collar.

Una pequeña -pero nutritiva- muestra es la del "artista" Manu Chao, que desde su eximia intelectualidad y solidez ideológica nos insta a dejar de comprar en sus conminatorios discursitos para así acabar con la pobreza en el Tercer Mundo y, de paso, con el capitalismo –dos pájaros de un tiro-. Eso sí, "no dejen de ir a mis conciertos, por favor", le falta implorar entre dientes al bueno de Chao, un pobre explotado de los de carné. Ante tal destello de conocimientos y decoro no podemos hacer más que arrodillarnos con fe ciega y obedecer como perritos falderos.
Como anécdota, cabe destacar también que esta lumbrera con ínfulas de Ché Guevara tiznaba de payasos a los políticos. ¡Qué eclosión de sabiduría teñida de sarcasmo! Normal, si es un artista...

Tanto Manu Chao como Mayol deberían dejar de jugar a ser Peter Pan y Wendy respectivamente y tomarse las cosas con algo más de aplomo. No pedimos mucho, tan sólo el que –como mínimo- le corresponde a sus edades físicas. Por lo demás ya se sabe: a los perros, longanizas...

Estos son los desmanes sociales que acarrea el tan aclamado igualitarismo bolchevique y que pretende incinerar uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, como es el derecho a la propiedad privada. Así, nos encontramos ante un Estado bananero que, tenedor en ristre, se halla dispuesto a devorar sus propias entrañas a fin de satisfacer las necesidades de un sector de la sociedad que vive con ojos en la espalda, y al que no le importa rociarlos con gas mostaza para no ver así realidades tan evidentes como pueden ser el totalitarismo, el fracaso y la pobreza que trae en sus vagones el tren –de vapor, eso sí- del marxismo-leninismo.

Los cuervos ya graznan…

No hay comentarios: