sábado, 10 de julio de 2010

PROCUSTO Y EL ESTADO POLICIAL



El movimiento se demuestra andando. Según el fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, existen un total de 730 procedimientos abiertos contra partidos políticos por casos de corrupción. Y resulta que, como el pulpo Paul al mejillón gallego, la corrupción se agarra con algo más de fuerza al PSOE antes que a ningún otro partido, según se sustrae del informe de la Fiscalía: 264 procedimientos abiertos frente a los 200 a miembros del PP. Nada nuevo bajo el Sol, sea dicho de paso. Sin embargo, ocurre que aquellos que tienen la obligación y los medios de abrir las puertas de casa para ventear los efluvios de los cadáveres en estado de descomposición y avisar así al forense, terminan cubriendo la periferia con ambientador de rosas y escondiendo los restos bajo la alfombra. Mientras, en otros tantos lugares abren ventanas y puertas para que toda la pestilencia sacuda las pituitarias de los vecinos. Y con escarnio para suyos y ajenos además. Alfarero a tus cacharros, ¿haz tu copa y no te importe no saber hacer el barro? Tanto como pedirle al leguleyo centrarse en la justicia. Y es que las termitas terminan de merendarse el pilar de la Ley que otrora se convirtiera en garante del Estado de Derecho. Pero claro, Montesquieu ha muerto, como dijera ese gran guerrero con triple soldada, Alfonso Guerra. Las tornas han cambiado. Las heridas han cerrado. Il tempo, gran dottore. ¿Imperio de la Ley? Imperio, a secas. ¿Paseítos en la lechera a la luz de las cámaras de televisión? ¿Violación de la presunción de inocencia? ¿Arrestos sin orden del juez? ¿Escarnio público? Ay, si más de un ministro tuviera la carta blanca Kerenskyana o siquiera Caballeriana… De momento vale una horda de más de ochenta policías para hacer desfile –ni el de la Hispanidad– ilustrando las capacidades justicieras que lleva como sayo bajo la lluvia este Paladín de Carlomagno, Rubalcaba. Y es que el inconsciente traiciona y los fantasmas de Navidad terminan apareciendo. Quizás sean sus almuerzos en el comedor de casa al arrimo y al abrigo de las diatribas nacionales de un padre militar franquista como el que tuvo los que le hagan actuar inconscientemente recreando métodos y modos tan al uso de las dictaduras. Algo así como el montar en bicicleta. Lo aprendes, lo repites, no se olvida; pero no sabes ni el cómo, ni el porqué ni el cuándo lo aprendiste. ¿Pinchar teléfonos? Pues claro. ¿Detenciones sin garantías judiciales? Y tanto. ¡Papá lo hacía! Igual que el hijo de alcohólico asume los delirios de su padre haciendo necesaria la mentira, Rubalcaba asume no sólo procedimientos del ala paterna, sino también termina bebiendo de la ubre materna de la militancia socialista: «estaremos en la legalidad mientras la legalidad nos permita adquirir lo que necesitamos; fuera de la legalidad cuando ella no nos permita realizar nuestras aspiraciones», que le espetara el bueno de Pablo Iglesias a Antonio Maura en el Congreso. Y es que como el toro con querencia a los toriles viven estos socialistas de alto coturno y rancio abolengo cuando niegan y reniegan sus raíces, buscando el refugio de la mentira. Igual que De La Vega canturreara por Paraguay la coplilla de moda diciendo que su padre fue un represaliado del franquismo, tan represaliado que Wenceslao Fernández De la Vega fue condecorado por el Régimen con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. Menucias.

Lo cierto es que el circo mediático formado alrededor de Joaquín Ripoll pareciera acercarnos más a Ceaucescu que a cualquier democracia liberal. Como latones de feria acribillados por escopeteros sin atino, los centros del Estado de Derecho fueron saltando por los aires al tiempo que los cartuchos de la ignominia iban siendo percutidos. Mientras que la Ley contempla que las detenciones han de realizarse con el menor daño físico y moral posible, el Presidente del PP alicantino fue desayunado por las cámaras de televisión en pijama y con los últimos bostezos de la mañana aún en la boca. Nada que ver con esos etarras detenidos a media noche que salen entonando sus cánticos atapuercuences vestidos y bien acicalados, además de cubiertos por un aprisco de guardias civiles. Una de las principales diferencias entre las dictaduras bananeras y las democracias reales es que en las primeras son los ministros y allegados al Sumo Hacedor quienes dictan sentencias y ordenes de arresto, mientras que en las segundas, tal labor es exclusiva de los jueces. En este caso, ni el mismísimo juez estaba al corriente de tal detención. No así el Paladín Rubalcaba. Blanco y con cáscara.

Pero no sólo son las formas, sino el fondo. El cambio de timonel llevado a cabo por el Gobierno de Zapatero –que tanto se auto promocionara en la teletienda como el Gobierno del talante, la libertad y bla, bla– no sólo desmocha la Libertad de políticos de la oposición, sino también de los medios de comunicación que no caigan decúbito prono ante la tabla de los diez mandamientos de la corrección política. Se llevó a cabo el secuestro de Ripoll cuando aún más de uno ponía a secar al Sol sus calzones tras el chaparrón liberticida del Ministerio de Industria de Sebastián, que multara al Grupo Intereconomía con cien mil euros por un anuncio de cosecha propia contra el día del Orgullo Gay. Una multa que debería haber caído también a la asociación de gays y lesbianas COLEGA –una rosa entre tantos cardos de asociaciones– pues nunca dudaron en criticar de igual el circo y carnaval del día del Orgullo Gay: «Llevamos todo un año sensibilizando con talleres, charlas y mesas informativas, visitamos institutos de enseñanza, asociaciones de vecinos y todo para quitar los estereotipos que tiene aún la sociedad sevillana sobre los homosexuales. Y ahora con una fiesta que hace del estereotipo su principal atractivo, se termina de un plumazo todo el trabajo de un año». ¿Para ellos no hay multa? Verdad a medias, mentira al completo. Y es que el grupo COLEGA no deja de sufrir la asfixia económica por parte de las administraciones. Para el PSOE, ni siquiera los homosexuales son iguales. Como en todo, los hay buenos y malos. A saber: adeptos al Régimen o críticos con él y, por tanto, enemigos frontales. Curiosa vara de medir. Y es que, como escribiera Pío Moa hace días, los socialistas representan tanto a los homosexuales como los comunistas a los obreros o las feministas a las mujeres, es decir, nada. Pura mafia.

El clásico maniqueísmo escarlata llevado a extremos lancinantes. O se asume la libertad con todas sus consecuencias o se dice, lisa y llanamente –y sin magdalenas en la boca– que no defienden más que su propia concepción de libertad: aquella que le reporta plusvalías en forma de votos. Así, mientras encorsetan a medios de comunicación por ejercer su libertad, firman un contrato multimillonario con La Guadaña mediante la Ley del Aborto, quien se verá más que autorizada a recibir en su matadero privado a todos aquellos nonatos que sus disolutas madres quieran pasar por la túrmix a fin de barrerlos no sólo de su vientre, sino peor aún, de su conciencia. Así las cosas, toca memorizar la lección. Se puede blasfemar públicamente, pero no se puede criticar el carnaval que forman esas hetairas disfrazadas de monjas durante la caravana del Orgullo Gay, por lo que se deduce que se defiende la libertad de aquellos que –en teoría– menos garantías tienen, pero se permite el asesinato de aquellos otros que vienen desnudos de cuerpo y alma al mundo y, por tanto, representan la indefensión más absoluta. Corolario: y llegaron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos, que entonara la copla.

Cuenta la leyenda griega la existencia de un ermitaño que vivía en la colina y a cuya cabaña llegaban los viajeros perdidos a fin de hacer fonda en el camino. Procusto, como así se llamaba, les ofrecía para su descanso una cama bastante particular. Una vez que el viajero se tumbaba sobre ella, Procusto tenía dos opciones: en el caso de que la longitud del viajero sobrepasara las dimensiones de la cama, le cortaba sus miembros salientes, de igual que, en caso contrario, estiraba los mismos mediante un juego de pesos y cadenas hasta que alcanzara la longitud de la cama. Desde entonces, son muchos los que utilizan la cama de Procusto a fin de cortar o estirar la Justicia según sople el viento. Unos, como Bono, pasan desapercibidos, mientras que otros, como Ripoll, son mutilados delante de las cámaras en una muestra de exhibicionismo y grosería rayana con un sadismo que ni el mismo Procusto atendería. Una vez más, la ficción y la realidad caminan de la mano. Siempre en España.

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