sábado, 30 de diciembre de 2006

¿MEMORIA HISTÓRICA? REVISIONISMO HISTÓRICO



"Renuncie todo el mundo a la revolución pacífica, que es una utopía; bendita la guerra".
De esta manera tan marcial hablaba Largo Caballero allá por el 34 en la revista El socialista, justo antes del Golpe de Estado del PSOE. Sin embargo, tanto Caballero como Indalecio Prieto siguen teniendo su propia estatua en el Paseo de la Castellana. Azaña, por su parte, decía que la República tenía derecho a ser respetada, y si no fuese respetada, el Gobierno la haría temer.

Podríamos citar un sinfín más de declaraciones de intenciones violentas y represivas de lo que terminaría siendo el intento de formalización de la dictadura del proletariado; nada que ver con la fuerza de la cultura de la que alardean los viejos y nuevos defensores del republicanismo, tanto socialistas como comunistas.

Así, setenta y cinco años después de la proclamación de la II República, se debate la aprobación de una Ley por la Memoria Histórica, que más bien podía llamarse Revisión Histórica; porque no es más que eso: una forma de rescribir la historia mediante las ciclópeas patrañas naturales de la raigambre izquierdista. Se trata de una maniobra maniquea empecinada en verter kilos de hormigón armado sobre el franquismo dejado atrás, para erigir una áurea columnata al nombre de la República, esa que tantos bienes aportó a España.

Pretenden vendernos -como si fuéramos uno de esos "tontos útiles", como decía Lenin a sus congéneres ideológicos- el cuento chino de que la República fue el gran salto a la democracia actual,¡újele!. Según Rodríguez Zapatero, la República llegó a España de un modo pacífico, tras unas elecciones democráticas. El rey abdicó y el gobierno sólo tuvo que recoger a la nueva criatura, abandonada en la calle. Así, España se acostó monárquica y se levantó republicana, hasta que un tal Francisco Franco rompió el dulce sortilegio en el que se hallaba sumergida, abriendo de esta manera un paréntesis infernal que no se cerró hasta la supuesta transición, en la que tomamos de nuevo las riendas de la democracia.

Naturalmente, una ley de esta calaña no hará sino alimentar la ignorancia y el engaño al que someten constantemente a un conjunto de estudiantes incubados por y para el socialismo. ¿Recordamos qué multimillonario ex-franquista y pasado al felipismo imprime los libros de texto que sirven de modelos de la historia en nuestros colegios e institutos? No es preciso.

Al margen del vesánico programa de revancha llevado a cabo por el PSOE, la realidad tiene otro color bien distinto –Dios me libre de defender al franquismo; pero mucho menos al republicanismo-. Se olvidan de darnos algunos datos que podrían resultar importantes para la objetividad; porque si la verdad nos hará libres, la verdad deberemos buscar.

¿Qué tal si empezamos por los 8.354 fusilados en Paracuellos del Jarama por los esbirros rojos y ordenados por un Santiago Carrillo que nunca fue juzgado? Este dato no sale de la manga derechista como muchos dicen, sino que están perfectamente recogidos en el Archivero-Histórico de la Real Academia de la Historia. ¿O si hablamos de las checas de Madrid y Barcelona? ¿Y la quema de Iglesias y conventos? ¿Y los pozos, los buques-prisión y sus torturas, los fusilamientos en medio de la calle a monjas por ser monjas, a curas por ser curas, a estudiantes que creían de derecha por estudiantes que creían de derecha…? También hay que destacar la arbitrariedad de los fusilamientos republicanos, normal si pensamos en las manos que cayeron los fusiles de la bandera tricolor: sí, esos que al finalizar la guerra recibieron a los Nacionales entre aplausos.

Y es que claro, la República de 1931 no fue una Caperucita Roja que llevaba comida a su abuelita; porque la República se puso la "caperuza" de un modo bastante antidemocrático -partiendo de la base de que el número de votos monárquicos fue superior-, y añadimos a esto que el poder fue arrebatqado a ilegítimamente. ¿Es acaso esta la luz de la democracia que -según el PSOE actual- hay que recuperar a tarascadas?

En fin, la enjundia de todo esto no es el hecho de levantar pústulas, sino trasladar el centro de gravedad a su lugar natural, no hacia la derecha ni la izquierda como están haciendo ahora que tienen el timón en sus manos; porque si hay algo intolerable y despreciable en un Gobierno democrático, eso es la mentira desmedida y destinada a reavivar viejas imprecaciones, así como alimentar la voracidad de una España cainita que ha encontrado caja de resonancia en el actual gobierno: la dictadura silenciosa

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