La Academia de las Ciencias de la Unión Soviética fue una imponente cocina donde sus chefs daban lustre a la especialidad de añadir agua a la sopa. No importaba el plato en sí, sino la cantidad de los mismos que pudieran ser presentados. Todo bajo la férula de los jefes soviéticos. Es decir: la ciencia hecha ideología. La prostitución misma. A diferencia de los Estados Unidos y su modelo de universidades, los soviéticos no lucharon por acercar el hombre a la ciencia, de igual que la polilla busca el fuego, sino que trataron de traer la ciencia al hombre. Y así, horma en mano, hacer unos zapatos a la medida. Y es que la obsesión comunista por hallar la Piedra de Roseta a partir de la cual poder extraer las claves del súper hombre ya la demostró el mismísimo Trotsky, quien aseguró que en la sociedad socialista, «el hombre medio llegaría a igualarse a un Aristóteles, un Goethe o un Marx. Y, por encima de tales cumbres, se alzarían otras aún mayores». Tal es así que no dudaron en aferrarse incluso al Lamarckismo y su teoría de la herencia de los caracteres adquiridos. La evidencia más palmaria de esta violación de la Ciencia la llevó a cabo el biólogo y director de la Academia de las Ciencias Soviéticas, Trofim Lysenko. De él se dice a día de hoy que fue pura pseudociencia, literatura al cubo. Es más, se utiliza el término Lysenkoismo para denotar la sumisión de la Ciencia a la política. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Nos cuentan que durante un congreso oficial de la Academia de las Ciencias Soviéticas, Lysenko intervino como director defendiendo las tesis oficiales, llegando a declamar con ese aire profético que ventean los vendedores de humo que, «de tener la constancia de cortar las orejas de las vaquillas cuando nacen, generación tras generación, al cabo de un tiempo las vacas nacerían sin orejas». Pero como todo anverso tiene su reverso, desde el fondo de la sala se oyó la voz de un joven que preguntó: «Profesor Lysenko, de ser cierto que cortando las orejas de las vaquillas sistemáticamente, generación tras generación, éstas acabarían naciendo sin orejas, ¿cómo se explica que todas las jóvenes de la Unión Soviética sigan naciendo vírgenes?». El Rey ahogado, que se diría en el ajedrez. Desde entonces, la figura de Lysenko se fue desinflando como si de un globo de helio se tratara.
Modelo productivo social, plan de eficiencia energética, nueva conciencia social, cambios en el modelo financiero, son muchas de las consignas que repite hasta la nausea nuestro Lysenko leonés, Zapatero. Independientemente de que todas sus improvisaciones y martilladas de ideología se traduzcan en mayores tasas impositivas, mayor número de parados, mayor déficit en las cuentas públicas, mayor endeudamiento, mayor estampida de inversores, mayor número de empresas que se ven obligadas a pegar el cerrojazo, etc., Zapatero lo ve como un puente flotante que hay que cruzar a tientas, y que, una vez en la otra orilla, seremos más guapos, más fuertes, más altos y más inteligentes. Aunque más pobres… Pero ¡bah! Pecata minucia. Zapatero, en su laboratorio de alquimista, ha llegado a la conclusión de que cortando nuestras orejillas de lechón durante unos años y robando parte del oxígeno que respiramos a diario, llegaremos más pronto que tarde a vivir en una suerte de paraíso socialista donde todos correremos desnudos por inmensos verdales de hierba fresca y húmeda bajo un imponente cielo abierto y libre de CO2, alimentándonos de los frutos que da la madre Tierra y durmiendo al arrimo de una vieja higuera, cual pequeño Buda. Unos cuentan que lo vio en sueños, otros que se lo arrulló un Ángel; pero lo cierto es que ocurrirá. De verdad que sí.
Y es que en esas andamos, de cabeza a Altamira. ¿O es que la han restaurado por casualidad? Vivienda ecológica. Otra de las grandes apuestas del Doctor Zapatero. Por ello, hay que pasar por la horca a todos esos malvados especuladores que duermen al abrigo de la construcción. Para nada conviene tener en cuenta las muchas barrabasadas de la nueva Ley del Suelo de 2007 que establece la reserva de un 30% del suelo residencial de las nuevas construcciones para uso social; es decir: vivienda protegida. La gallina de los huevos de oro que todos quieren en su corral. O las modificaciones del nuevo código técnico de edificación que, lejos de ayudar a minimizar la hinchazón del precio de la vivienda, tiene el efecto contrario, pues sus muchas adiciones no hacen más que inflar el coste final. Por no hablar de los incrementos del IVA, Transmisiones Patrimoniales o Actos Jurídicos Documentados. Pero claro, las viviendas andan por las nubes por la avilantez de los malvados promotores que, para vender más, no hacen otra cosa que subir los precios. Puro cálculo económico.
También será Vick Vaporú sobre el pechito en las noches de duermevela en que la congestión no nos deja abrazar el sueño la próxima subida de la luz. Prueba de que la cadena soporta lo que resiste el eslabón más débil. Y como en este caso el eslabón más débil –el contribuyente– es dúctil y maleable, y además no rechista pues soporta muellemente todo tipo de carga impositiva, se le lastra con el peso del fuerte. Pura física. Analizaba ayer Gabriel Calzada en un artículo de Expansión.com las distintas razones de los sobrecostes actuales. Señalaba en su artículo cómo mientras en la UE el precio de la luz cayó un 1,5% durante el año pasado, en nuestro país éste se incrementó un 5,7%. Es más, indica que desde la llegada de Zapatero al Gobierno la luz se ha incrementado un 40% en hogares y un 80% en Industria. Las razones se hallan en el famoso déficit tarifario que durante 2009 se plantó en 15.000 millones de euros, más los 6.200 millones de euros que costaron las subvenciones a la energía renovable, la gran obsesión personal de Zapatero. Así las cosas, en abril de 2009, todo un visionario como el Ministro Sebastián, decretó que todos los peajes de accesos incluidos en la factura de la luz deberían recoger y reducir el déficit. Mientras tanto, la energía nuclear, más limpia y barata, ni mirarla. Gracias a ello seremos más guapos y fuertes. Merece la pena el intento.
No importa que Leire Pajín cobre 20.000 euros al mes del erario público; que España tenga la mayor flota de coches oficiales del mundo y Sevilla concretamente la mayor por metro cuadrado; que aumente el número de familias que no perciben ningún tipo de ingresos; que el 20% de la población esté por debajo del umbral de la pobreza o que una de cada tres familias no pueden afrontar gastos imprevistos según la encuesta Condiciones de Vida, del INE; o que los comedores de Cáritas se encuentren desbordados mientras que Interior despilfarra el dinero de esos mismos contribuyentes en lujos penitenciarios como ya denunciara la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias, señalando que el Ministerio de Rubalcaba está bañando en oropeles a los presos con bicicletas de setecientos euros, televisores de plasma, pistas de pádel, piscinas, gimnasios que ya quisieran para sí muchos colegios de España, salidas a spas y casas rurales, así como restaurantes, excursiones a caballo y un sinfín de actividades destinadas al ocio de los reos.
Todo ello es parte del peaje que hay que pagar por el paso al paraíso socialista, la stairway to heaven. Y es que barco sin lastre no navega. Por mucho que nos corten las orejas, años mejores vendrán. Al final, como siempre, los extremos se rozan, igual que el rojo sangre y el rojo escarlata se funden en la paleta cromática. El Alter Ego de Zapatero, Lysenko, nos guía y conduce hacia ese mundo de Hansel y Gretel que, como bien sabemos todos, vivieron los súper hombres de la Unión Soviética gracias a una planificación científica que bajo ningún concepto acabó en cartillas de racionamiento y asesinatos masivos. Y es que ellos sí que dieron con la tecla. Ciencia exacta y política social.
Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras tra la la…
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