lunes, 26 de enero de 2009

¿ANTIFASCISMO?

Ni intelectual ni formalmente se puede decir que Rosa Díez eleve el mercurio de mi orientación ideológica; pero lo que es un hecho inconcuso es que, a día de hoy, sea de lo más granado que tenga nuestro País en cuanto a la defensa de los valores constitucionales y la libertad se refiere. Por ello, panfletos como los de la foto, pegados por los proetarras en las paredes de Andoain es, lisa y llanamente, de risa. Hablo de la risa floja que levanta la vergüenza ajena, por supuesto. La tímida risa de conejillo que alberga de dientes adentro la negra sombra de la certeza de saber que el problema de fondo, el eje radial, el núcleo atómico, es mucho más doloroso y enmarañado.

Estos nazis y fascistas –lo uno no se entiende sin lo otro- envueltos en el satén de la más vieja y sangrienta historia, paradójicamente, se ufanan de poseer un anverso demócrata y un reverso progresista. Su presencia, su amoralidad, sus contradicciones tanto formales como esenciales, sus costras de patetismo, su tufillo a leche agria, a madera mojada, no es más que un autorretrato con el que presentarse ante la sociedad occidental y moderna. Falsas son sus pretensiones democráticas, como falsa es la sonrisa pintada del payaso que un día ilusionó a los niños con sus globos escarlatina. Lo cierto es que ante el tribunal inapelable de la Historia, quedan como eso mismo: un triste y moribundo payaso, al tiempo que peligroso. Un peligro propio de aquél que se sabe vencido y no tiene nada que perder.

La elección de los hechos, la elaboración de los conceptos, la determinación del objeto, decía Max Weber, está marcada por la orientación de nuestra curiosidad. Es precisamente este carácter parcial el que determina nuestra elección. Es también el elemento por el cual se tropieza con la hostilidad de las ideologías, la sobreestimación de unos fenómenos y la negación de otros.

Obedece a ello pues que el Socialismo, en su propia naturaleza integradora y su carácter omnipotente, sea un refugio perfecto para todo tipo de individuos de tendencias totalitarias. Es el resultado natural de saberse iluminado, de creer haber llegado a la cima. Es sabido que el Socialismo presenta unas suspuestas soluciones a cada uno de los problemas que aparecen en las vidas de las personas, cuando en realidad, a la luz de los hechos, es el mismo socialismo el creador de gran parte de ellos (“No hay que pedir el retorno de lo que fue la causa del trastorno” que dijera Ortega). No obstante, arremeterán contra tirios y troyanos en base a un principio de transposición, como hemos visto a lo largo de la Historia más reciente, con tal de no entonar un mea culpa. Incluso hoy en día vemos a los mismos fascistas de ayer pidiendo clemencia en el País Vasco, al tiempo que devoran vidas humanas como lobos, todo ello –claro está- por culpa del nacionalismo español que los obliga a obrar en consecuencia; o esos comunistas, extemporáneos y anacrónicos de la cruz a la bola, que dedican sus catilinarias y su combate a luchar contra un sistema que, además de haber demostrado ser el que más necesidades humanas ha satisfecho durante toda la Historia, actúa como elemento de homogeneidad, lo que, paradójicamente, desean. ¡Tiemble usted después de haber reído!

Según Ledesma Ramos: “En España, la derecha es aparentemente fascista y en numerosos puntos es de esencia antifascista; la izquierda es antifascista aparentemente y es de esencia fascista en muchos aspectos”. Y así sigue. Esa obsesión deleznable por realizar un supuesto papel de matrona, de sanear la vida pública en tanto que los individuos no podemos sin la ayuda de una matriz, no hace más que distorsionar nuestro papel como personas. Entiéndase: lo que en los años treinta llamaban “fascistización”. Y obvio es que la teta de la libertad y la sopa de la organización no cabe en la boca, puesto que son términos incluso contradictorios.

Así, a estos cachorros de vitola fascista que se reproducen como hongos después de la lluvia en nuestro país –donde aún se derrama sangre por las ideas-, no les duelen prendas para encañonar un arma con una mano, al tiempo que con la otra izan la bandera de la paz y el antifascismo. Si contradecir la opinión es mojar la mano en la propia sangre, estos malbaratadores de la sociedad deben tener sus manos empapadas. Y no sólo por sus contradicciones. Eso es lo grave…

sábado, 24 de enero de 2009

¡FUEGO AMIGO!

El juicio viene de la experiencia, y la experiencia viene del mal juicio. Lo uno deriva de lo otro. Se complementa, se solapa. Al menos así reza el viejo proverbio, oriflama de la auténtica sabiduría: la que da el fracaso.

Por el contrario, están los que ni tienen juicio ni, al parecer, experiencia. La sucia astracanada inaugurada por las declaraciones de Gallardón en el programa 59 segundos sobre una supuesta trama de espionaje, es la semilla de la que brota todo un entramado de maleza que se agarra, avanza, se come el terreno literalmente, ocultando así todo lo que cubre con su espeso manto verde. Y en esas estamos. Los árboles no nos dejan ver el bosque.

Que el alcalde de la capital de España y una de las principales ciudades de Europa arremeta como toro bravo contra sus propios correligionarios y elementos de sostén es, sencillamente, digno del más hondo de los desprecios. Al menos del desprecio y la inquina que levanta sobre 10 millones de españoles que confían en un modelo alternativo de España. Así, no contentos con arrancarse la piel a tiras los unos a los otros dentro de su propio partido, va el capitán pirata, cantando alegre en la popa, sin diez cañones por banda y, lo que es peor, sin juicio alguno, a contemplar quién besa antes la lona. ¿Gallardón? ¿Esperanza? ¿Zapatero? Tanto monta… La cuestión de fondo, la intrahistoria, el nudo gordiano, se halla en el hecho mismo de la contemplación de Rajoy. Y no hablo de la contemplación cabal que predican los maestros Zen. No, se trata de contemplar con la indolencia del que ve llover. ¡Y con la que está cayendo!

Una tasa de paro del 14%; el Ministro Sebastián sacando el cuaderno de recetas de la abuela (la abuela Autarquía, claro está); los pepiños y compañía clavando lanzas a moro muerto (PP) para anotarse los goles mediáticos de la Obamanía; 820.000 familias que afrontan el 2009 con todos sus miembros desempleados. Y suma y sigue. Y con todo ello, el principal partido de la oposición le baila el agua al Gobierno de Zapatero con su silencio, tan cobarde como cómplice ¡De traca! Eso mismo: dale las llaves del gallinero al zorro, una ganzúa al caco, un mechero –qué digo, ¡un lanzallamas!- al pirómano y verás cómo rebosa el vaso de la satisfacción personal de saberse resuelto. Normal es que los que debieran estar escondidos y aterrados (PSOE) se froten las manos frente al calor de la chimenea madrileña.

Triste es ver a un PP inveterado, sucio, convertido en una suerte de Pavlov que lo mismo le toca la campana a la perrita del PSOE, que se la tocan –y no hablo metafórica ni figuradamente- al arrimo de la nube negra. Que sí: que lo mismo le hace la boca agua al partido socialista con la sangría del fuego amigo que se cruzan el quintacolumnista Gallardón y la buena de Esperanza, que le tienden una trampa al socaire del supuesto trabajo interno (entiéndase: de Interior) ejecutado con escrupulosidad de manos alfareras por Mortadelo y Filemón. De momento,nada se sabe ni se hace.

Así las cosas, es de natura que Zapatero y sus huestes puedan cantarles desde la Tribuna al Partido Popular: “los muertos que vos matáis / gozan de buena salud

Es lo que ocurre cuando ni se tiene juicio ni se aprende de la experiencia: siempre están los ávidos de oportunidad para encumbrarse a fuer de trepar una espalda vencida.

jueves, 22 de enero de 2009

LA ERA OBAMA


“No pediremos perdón por nuestro estilo de vida”. Semejante sentencia, elocuente en sí misma, cargada de orgullo y sentimiento patriótico, sonaría en nuestro país como un disparo de soberbia, un trallazo en el lomo de la decencia e incluso, si me apuran, como algo anacrónico. Sin embargo, fue pronunciada bajo la atmósfera litúrgica y solemne de la toma de posesión del nuevo Presidente de los Estados Unidos de América, amén de la progresía española, al arrimo y abrigo de las miles de personas que se entregaron al patriotismo americano como elemento de homogeneidad y columna vertebral de toda una sociedad.

Este Obama que tanto ilusiona (“Nadie promete tanto como aquél que sabe que no va a cumplir nada”, que dijera Quevedo) ha demostrado, por una parte, ser un gran vendedor de sueños; por la otra, ha dado un toque de espuelas a la progresía española y europea, tan aplatanada y entregada a lo desconocido.

Un Presidente que culmina con un sentido y sincero “God Bless America”; que ensalza el sentimiento Patrio; defiende la cohesión por encima de colores políticos, razas, ideologías, religiones; y que señala con el dedo índice al trabajo individual como centro gravitacional del noble y perseguido sueño americano. En resumidas cuentas: todo aquello que los progresistas de toda laya encuadran como base del antiamericanismo, se ha visto, una vez más, rebasado por un Presidente que, al igual que el pueblo norteamericano, cree en los principios de la Nación. ¡Quía!.

Por ello, es de considerar hasta qué nivel de intoxicación informativa habrá llegado la sociedad española para extrapolar todos y cada uno de sus prejuicios maniqueos a la escena política norteamericana, tal como nos ha demostrado Mar Moreno, al sojuzgar las intenciones de apoyo del Partido Popular al nuevo Gobierno de Obama, arguyendo infantilmente que es el PSOE el que puede establecer un matrimonio idílico con el Presidente de los Estados Unidos y no ese añejo PP, el cual se movería a la sombra del Partido Republicano, más concretamente a los pies de Bush. Falso. Recordar a este PSOE mendaz y fariseo que mientras Lincoln redimía a los esclavos negros, el Partido Demócrata con el que tan bien casa el socialismo español luchaba con denuedo por defender los derechos explotadores de los esclavistas norteamericanos. También conviene aclarar que, durante la campaña electoral de John Kerry, el mismo Partido Demócrata comunicó al PSOE su deseo de no verse apoyado por éste, puesto que todo lo que suene a socialismo no es de recibo por tierras norteamericanas. Por no hablar de un país donde no existe esa plúmbea y antidemocrática disciplina de partido que impida a un congresista republicano apoyar en una votación –por ejemplo- a otro del partido adversario, como ocurre en nuestro país. En fin, más de lo mismo: el ignorante no sabe, el necio cree que sabe.

Lo cierto es que, lejos de guarismos y cifras, todos conocemos los toros con los que deberá lidiar Obama al frente de su primer mandato. Incluso son muchos los que se aventuran a esbozar su política como un retrato de las políticas de Jimmy Carter, Lindon Johnson, así como Franklin D. Roosevelt. Sus dotes de orador y su retórica ateniense le hace depositario de una gran confianza ciega que gran parte de la población mundial le ha otorgado a fuer de palabrería. Ya le recordó la buena de Hillary durante las primarias que era muy bueno para hacer campaña en verso, pero que los asuntos de gobierno se escriben en prosa.

De momento, parece dispuesto a destinar más de un billón de dólares a transformar la economía, olvidando que la economía ni se crea ni se destruye como la materia al albur de un principio creador casi providencial. No, dentro de la complejidad de la economía, existe un elemento olvidado pero crucial: la economía obedece, ante todo, al intercambio voluntario de bienes. Por tanto, todo lo que sea intervenir, será alterar el orden natural de la misma, creando un circuito de alteraciones llamado a dinamitar todo lo que esté por encima. Ya se lo advirtió el mismo Keynes a Roosevelt durante su tan vitoreado New Deal. Obvio es, por lógica supina al cuadrado, que destinar toda esa cantidad ingente de dinero a distintos fines intervencionistas supone una carga fiscal mayor al pueblo americano; una presión que los pone en el centro de la diana de la mal vista redistribución de la renta. Ojo avizor…

Acabado de pasar por la pila bautismal, son muchos los retos que deberá afrontar Obama. Sin embargo, el país que le ha tocado domar ha demostrado perdonarlo todo menos la traición a los principios sobre los que se levanta el edificio americano: el patriotismo, la individualidad, el mérito, el trabajo duro, así como el respeto a la libertad en todos sus ámbitos.

Mucho se espera –especialmente la izquierda en general- de Obama, presagiando una política acendrada y deslumbrante como una patena de plata. Conviene recordar las palabras de Popper, al decir que en política, al igual que en medicina, lo más probable es que el que promete demasiado sea un charlatán. Seguramente no se equivoque. El tiempo hablará en voz alta.